Conocido como periodista y columnista de la sección cultural de Prensa Libre, en donde con gran generosidad, talento y visión da a conocer comentarios a los libros que le impresionan.
También catedrático que imparte clases de Lenguaje, Comunicación e Introducción a la Literatura en la Universidad Rafael Landívar. Todo lo cual nos indica la excelente preparación que Juan Carlos Lemus posee en el campo de la literatura y el periodismo, así como su magistral manejo del lenguaje.
Sin embargo, tiene un área –quizá la más importante- que no se conoce mucho. Y es que es no sólo un crítico y periodista excepcional, sino destacado creador (cuento y poesía), digno de estar en las mejores antologías de la literatura hispanoamericana. Como prueba de ello está el libro de Unicef: Las palabras pueden: los escritores y la infancia, en donde aparece al lado de Mario Benedetti, Eduardo Galeano y Nélida Piñón, entre otros. Este libro rescata un cuento estremecedor titulado Tarzán: Un niño que sueña con ser Tarzán; después de hacerse un taparrabo, tiende lazos por todas partes de su casa. Todo con el objeto de ir, como el hombre mono, al rescate de su madre, insultada y agredida por un padre borracho. El niño también sufre los golpes de este ser endemoniado. Planea y estudia cuidadosamente castigar al malvado cuando entre en acción. Entonces saldría a lo Tarzán, de liana en liana hasta lograr atrapar a malvado: “Tarzán lo ataría de pies y manos. Entonces, mi padre haría lo posible por soltarse, trataría de desprenderse para pegarme con sus enormes manos de carpintero, pero yo lo enrollaría de pies a cabeza con las cuerdas (…)”. Estos maltratos no son ficción, suceden a menudo y son callados en muchos hogares por el pánico al agresor, capaz de dar muerte a madre e hijos. Algo común aquí en Guatemala y en otras partes del mundo. El tema fundamental: el dolor, la impotencia, la cólera infinita de un niño, así como el anhelo profundo de justicia. Al ver al padre en el suelo, él preguntaría a su madre qué había pasado, a lo cual ella respondería, para gozo infinito del hijo: “-No sé cómo pasó…Entró Tarzán, no sé por dónde, y lo tiró al suelo, lo amarró y después se fue de liana en liana hasta que desapareció.” Su fama se extendería y así, “Dondequiera que hubiera borrachos pegándoles a sus esposas e hijos, dondequiera que hubiera gritos de humillaciones e insultos, allí estaría Tarzán; aparecería por cualquier parte y amarraría a cada borracho, juntando a un montón de ellos sobre las aceras. Haría un volcán de borrachos y todos gemirían, enrollados unos a otros, lamentándose y jurando que jamás volverían a agredir a sus familiares (…)”. Un cuento aleccionador en estos días en que se emiten leyes a favor de la mujer y los niños.
El cuento tiene un final amargamente irónico: “Lo verdaderamente doloroso es que odio con todas mis fuerzas a ese borracho que tengo ahora mismo frente al espejo, a ese al que quizás le hundiré el puñal”. Lo traigo a colación no sólo para demostrar la sensibilidad y pericia literaria de Juan Carlos, también para que lo lean muchos hogares víctimas de la violencia intrafamiliar.
Asimismo, Lemus destaca como un gran poeta. Ejemplo, Yo, Fauno. Poesía sombría, desencantada, hondamente triste, con un dejo hondo de cinismo. En la Revista D (17/8/08), se puede apreciar, también, las dotes de investigador e historiador en sus notas sobre Años 60: las dos caras de la Luna.
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